¡EL QUE ES BONITO ES BONITO!
Quizás usted, apreciada lectora, en algún momento, intentando sentirse mejor con su apariencia, frente a un grupo de amigos dijo, con la intención de ser contradicha, “¡estoy muy gorda!”, pero nadie la contradijo.
O quizás usted, apreciado lector, con el mismo objetivo dijo a otros “¡es que yo soy muy pendejo!”, y todos se quedaron viéndolo en silencio, como esperando que más iba a decir, seguramente pensando: “sí, eso todos lo sabemos, ¿y?”.
Estos baños de “realidad” pura y desnuda son los que verdaderamente nos mueven a los cambios.
¿Será que también necesitamos esos baños si queremos ver realizadas las promesas de Dios? La respuesta pareciera ser sí cuando vemos en la Biblia la historia de unos hombres a quienes se les encomendó una labor de espionaje.
Y es que resulta que Dios había prometido entregar una tierra a los israelitas y le pidió a Moisés enviar a doce espías para que fueran a explorarla antes que el resto del pueblo llegara (Números 13 RVC).
Las indicaciones de Moisés a los espías eran precisas: uno, observar cómo era la tierra; dos, observar si el pueblo que la habitaba era fuerte o débil; tres, observar si ese pueblo eran muchos o pocos; cuatro, observar cómo era las construcciones de las ciudades; y, cinco, observar si el terreno era fértil. Nada más.
Después de cuarenta días de espionaje, regresaron los 12 espías y describieron al pueblo israelita lo que sus ojos vieron: que era una tierra fértil; que sus habitantes eran personas fuertes de enorme tamaño; y que sus ciudades eran fortificadas. Hasta ahí todo en orden.
En este momento del relato, uno de los espías, llamado Caleb, interviene, y sin negar nada de la descripción hecha por sus compañeros, la cual sabía cierta, les dijo a los israelitas: “Subamos, pues, y tomemos posesión de esa tierra, porque nosotros podremos más que ellos.” (Números 13: 30 RVC).
Sin embargo, diez de sus compañeros espías respondieron “No podemos atacar a ese pueblo, porque ellos son más fuertes que nosotros.” (Números 13: 30 RVC) y acto seguido hablaron mal de la tierra que minutos antes habían asegurado que era buena.
Ante esto la respuesta de Caleb fue contundente: “La tierra que recorrimos para explorarla es una tierra sumamente buena. Si el Señor se agrada de nosotros, él mismo nos introducirá a esta tierra y nos la entregará; ¡es una tierra que fluye leche y miel! Así que no se rebelen contra el Señor, ni tengan miedo de la gente de esa tierra. ¡Nosotros nos los comeremos como si fueran pan! No les tengan miedo, que el dios que los protege se ha apartado de ellos, y con nosotros está el Señor (Números 14:7 RVC).”
"Caleb, sabiendo que existían dos mundos que componían la realidad, describía el mundo material, y creía en el mundo espiritual. Los 10 espías, por su parte, creían a partir de lo que veían. "
El error obvio de los 10 espías fue dar una opinión que nadie les había pedido.
Su labor consistía en describir la tierra a donde se dirigía el pueblo de Israel, más no consistía en recomendar, aconsejar u opinar si debían dirigirse o no a ese lugar.
Pero como quienes recorremos La Senda Criolla somos “cristianos empíricos” –aquellos que a fuerza de práctica y por supuesto de errores intentan vivir el cristianismo-, miremos el trasfondo espiritual del razonamiento de los 10 espías, y comparémoslo con el razonamiento de Caleb, intentando encontrar la fuente de la fuerza de este último para creerle a Dios.
¿Qué hizo Caleb? Describía lo que sus ojos percibieron, pero al mismo tiempo creía que lo que había visto iba a cambiar cuando Dios cumpliera su promesa.
En cambio, ¿qué hicieron los otros 10 espías? A partir de lo que vieron, concluyeron que la promesa de Dios no se iba a cumplir.
Caleb, sabiendo que existían dos mundos que componían la realidad, describía el mundo material, y creía en el mundo espiritual. Los 10 espías, por su parte, creían a partir de lo que veían.
Cuando Pablo afirmó que el creyente “no vive por lo que ve” (2 Corintios 5:7 NTV), en manera alguna significa que “niegue” lo que ve.
La fe no es negar lo que están viendo nuestros ojos, sino creer que la realidad no es únicamente lo que veo. Lo anterior porque sabemos que hay dos mundos que integran lo que llamamos la “realidad”: el material –visible- y el espiritual –invisible-.
"El creyente ve la realidad de manera descarnada y se enfrenta a ella sin ambages. Al desempleo, a la enfermedad, al despecho, a la traición, a la escasez, a la maldad, las llama por su nombre. Una cosa es llamar “las cosas que no existen, como si existieran” (Romanos 4:17 RVC), y otra muy distinta es llamar lo que sí existe, como si no existiera. Lo primero es fe, lo segundo es delirio."
Caleb nunca le dijo al pueblo de Israel que no había gigantes. Él los había visto y negarlos sería tanto como mentir.
Pero con la misma seguridad que dijo que había gigantes, también dijo que Dios les podía ayudar a vencerlos. ¿De dónde nace esta seguridad? Pareciera que de haber puesto su mirada tanto en el mundo material como el mundo espiritual.
No en uno, sino en ambos.
La importancia de poner la mirada en ambos está en que si únicamente la ponemos en el mundo material dejamos de creer las promesas de Dios al no verlas aún realizadas.
Y si fijamos la mirada únicamente en el mundo espiritual, podríamos negar el mundo material y con esto ser, no tanto personas de fe, sino trastornados mentales. Y aunque para algunos quizás sea lo mismo, lo cierto es que hay una diferencia.
El que es bonito, es bonito. Yo prefiero que me digan que soy feo a que me digan que soy poseedor de una “belleza no hegemónica”.
De igual manera, el creyente ve la realidad de manera descarnada y se enfrenta a ella sin ambages.
Al desempleo, a la enfermedad, al despecho, a la traición, a la escasez, a la maldad, las llama por su nombre. Sin eufemismos que pretenden hacer creer que su fe es llamar por otro nombre lo malo que acontece en su vida.
Una cosa es llamar “las cosas que no existen, como si existieran” (Romanos 4:17 RVC), y otra muy distinta es llamar lo que sí existe, como si no existiera.
Lo primero es fe, lo segundo es delirio.
"La fe mal entendida puede ser una forma de escapismo de la realidad cuando en vez de describir lo que se ve, y a partir de ahí “creer” una promesa, se pretende negar lo que nuestros ojos perciben. La fe no lleva a una realidad alterna, pero sí conduce a una nueva realidad."
La fe mal entendida puede ser una forma de escapismo de la realidad cuando en vez de describir lo que se ve, y a partir de ahí “creer” una promesa, se pretende negar lo que nuestros ojos perciben.
La fe no lleva a una realidad alterna, sino que conduce a una nueva realidad.
Creería que diferenciar esto es crucial. Si no lo hacemos, empezamos a asignarle funciones al mundo material que únicamente puede tener el mundo espiritual. Un caso particular: definir nuestra identidad.
Como cristiano puedo estar deprimido, y eso no significa que no tengo la alegría del Espíritu Santo; o sentirme solo y desear compañía, y eso no significa que Jesús no sea suficiente; puedo estar atravesando un momento donde no tengo ni para el bus, y eso no significa que el Dios proveedor no esté conmigo.
La identidad es terreno exclusivo del mundo espiritual, nunca del material.
La depresión no soy yo; ni tampoco soy la escasez, ni soy la ira, ni la depravación.
Pero si no entendemos esto, podríamos vernos intentando cambiar cosas del mundo material para formar nuestra identidad.
Si como ya dijimos en el mundo material se describe, pero en el mundo espiritual se cree la promesa, posemos nuestra mirada sobre ambos, y démosle la función que debe cumplir a cada cual.
Esto marcó la diferencia entre Caleb y sus compañeros espías.
Gracias!!! Lecturas que llegan a los ojos en el momento adecuado. Aceptar lo que me pasa hoy (lo que falte y lo que sobre en mi vida) pero dar el siguiente paso.
El reto: No quedarnos ahí lamentándo la situación, no darle el control, personalmente para mi; no redundar los pensamientos al mundo material si no renovar con promesas de Dios para mi vida.
Hola Tatiana. Muchas gracias por compartirnos tu opinión. Me encanta el enfoque que planteas de identificar nuestro presente, pero para retarnos a dar el siguiente paso basados en las promesas de Dios. Coincido contigo en que una cosa es describir la situación, y otra muy distinta es lamentarnos por ella. De nuevo muchas gracias por tu aporte. Saludos.