ESTACIONES DEL RECORRIDO
En El Edén, Dios había dicho que el fruto prohibido traería muerte, pero Eva eligió creerle a Satanás quien le dijo que el fruto traería sabiduría. Eva no quería el fruto, sino que quiso lo que Satanás dijo que el fruto le podía dar. En esta estación de La Senda Criolla recorreremos junto con Eva las dificultades de creer que lo válido, lo bueno o lo justificable de lo que pretendemos obtener, convierte en válido, bueno o justificable cualquier medio que lleve a su obtención. Bienvenido a andar.
La “mirada de Eva” consiste es desviar la mirada de lo que tenemos, y en cambio posarla en lo que nos falta. Esto causó la caída en el Edén y también causa dificultades para subir el cerro de Monserrate en Bogotá. En esta estación de La Senda Criolla intentaremos dejar de pensar en lo que nos falta para darle lugar al contentamiento: no es tanto qué me lo da, sino qué me lo quita. No es tener mucho o poco, sino mi actitud con lo que tengo. Caminemos.
Un Jesús haciendo las veces de Diomedes Diaz nos recibe en esta estación del recorrido. Ante la pregunta de si ¿existen pecados más graves que otros?, no nos da una respuesta sino que nos lleva a cuestionarnos las razones para formularla. Como siempre sea bienvenido a andar.
La Senda Criolla llega a un camino de inevitable trasegar para el humano: la comparación con otros. Como la envidia o el victimismo no es el único fruto de la comparación, miraremos cómo puedo hacer ese algo que sí hizo quien, a pesar de compartir mi debilidad, obtuvo lo que yo quiero obtener. Caminemos
Hoy en La Senda Criolla no transitaremos por el camino donde la palabra “cualquiera” es un insulto, sino donde se utiliza para designar a una persona indeterminada, a una u otra, sea la que sea. Lo haremos porque pareciera que para Dios tanto hombres como mujeres somos unos “cualquieras”. Sea bienvenido a caminar.
La pérdida y la victoria son elementos que hacen parte de la misma ecuación que nos acerca a Dios. En esta Estación recorreremos el problema de confundir «expectativas» con seguridades» en nuestro camino de fe. Sigamos andando.
La debilidad del cristiano es el tema de la Estación #21 de La Senda Criolla. No es a pesar de ella que podemos encontrar victoria, sino precisamente por ella. Hablaremos de cómo la humildad y la dependencia son los frutos de la verdadera debilidad que desea Dios. Como siempre, sea bienvenido a andar.
La Biblia abunda en ilustraciones agrarias. Para quienes vivimos en ciudades y buscamos entender la Biblia correctamente, sería más útil un curso de fundamentos agrícolas que uno de fundamentos teológicos. En esta Estación de La Senda Criolla veremos si la siembra de la palabra de Dios está condicionada a tener o no experiencia en el tema sobre el cual hablamos. Caminemos
La principal arma de Satanás contra quien busca creer en Dios es plantearle “preguntas sugestivas”. Por eso la mejor forma de enfrentarnos a ellas es responder como lo haría un abogado en juicio y decir simplemente “!Objeción señor Juez!”. No esforzarnos en responderla adecuadamente, ni intentar encauzarla, ni pretender dar una respuesta correcta, nada de eso. Si hiciéramos esto último nos sucedería como Eva quien ante una pregunta sugestiva se puso a argumentar con Satanás, y por supuesto perdió porque en eso el Diablo es un experto.
¿Qué sentiría Mateo, mientras escribía el evangelio de Mateo, al narrar aquélla vez que señalaban a Jesús por sentarse a comer con él?; y en especial, ¿qué atravesaba por su mente al contar que para la sociedad en que vivía él era una “escoria”? Y qué sentimos nosotros cuando por nuestro pecado nos sentimos hipócritas por hablar las bondades del evangelio. Caminemos esta Estación.
Si nos evaluamos a partir de la conducta, habrá que concluir que somos un absoluto sancocho moral. Episodios de maldad revueltos con episodios de bondad. Frentes donde sin dificultades hacemos lo bueno, y frentes donde, al igual que el apóstol Pablo, aun queriendo hacer lo bueno, hacemos lo malo.En este revoltijo, ¿dónde encontrar la identidad de lo que somos? ¿Qué nos define como personas? Reciba una invitación amable a recorrer La Senda Criolla.
Seguimos recorriendo los senderos de la identidad y saber que no podemos buscarla en la conducta -ni en la buena ni en la mala-, sino únicamente en la palabra de Dios. Si la identidad no es “soy” porque “hago”; sino “hago” porque “soy”; una invitación a la compasión hacia quienes no son malos, sino coherentes con el engaño que creyeron. Caminemos.
En esta estación de La Senda Criolla intentaremos un correcto entendimiento de la identidad, para lo cual, paradójicamente, buscaremos parecernos a otros quienes tenían claro que “hacemos a partir de lo que somos”, y no “somos a partir de lo que hacemos”. Bienvenido a andar.
Entre ser feo o «poseer una belleza no hegemónica», no hay sólo una diferencia de palabras. Es negar la realidad y con esto retrasar la adopción de cambios. En la Estación N° 14 de La Senda Criolla miremos la fórmula de Caleb para vivir las promesas de Dios: «describir en el mundo material, y creer en el mundo espiritual». Sea bienvenido a caminar.
Presente y futuro fundidos en uno solo, nos permitirá ver en esta Estación de la Senda Criolla las promesas de Dios. Caminemos
Amo a Jesús. Me encanta lo que dijo, pero también lo que calló. En esta Estación transitaremos uno de sus elocuentes silencios: cuando frente al pecador, no habló de pecado, sino de necesidades. Sigamos andando.
La Senda Criolla llega ahora al punto del camino donde existen tantas razones para creer la palabra de Dios, como para no creerla. La esperanza de una vida mejor nos inclina a elegir la vida en Cristo. No como algo que se cree, sino que queremos creer. Pero, al menos para iniciar, eso basta. Bienvenidos a andar.
La vida se compone de riesgo, lo queramos o no, de ahí que lo más parecido a la relación con Dios es un Contrato de Seguro que nos permita descansar en la certeza que cuando llegue el sufrimiento, tendrá un propósito bueno. Caminemos
En esta Estación de La Senda Criolla miraremos si la pregunta “¿sientes paz?” nos hace enfocarnos en una paz emocional y no una paz espiritual, y los peligros que puede traer. Como siempre, sean bienvenidos a andar.
Al llegar a esta estación hablaremos sobre la «espiritualización de la cobardía». Hay una frase muy pronunciada por las señoras de antes frente a la crianza de sus hijos, que pareciera una revelación intuitiva de lo que Dios busca para la crianza de los de Él: “¡es mejor atajar locos que arriar bobos!”. Bienvenidos a caminar
El sufrimiento como la probabilidad de ganancia y no desde la realidad de pérdida, será el objeto de esta estación. ¿Qué es ese «algo más» que nos puede animar a levantarnos? Caminenos
Las leyes del hombre, las leyes espirituales y las leyes físicas comparten una estructura similar: una causa que produce un efecto. A pesar del conocimiento intuitivo para conocer las leyes, en la Estación N° 6 recorreremos las mentiras que buscan reemplazar lo aprendido. ¿Puedo creer en la ley de Dios pero no en el Dios que creó la Ley? Bienvenidos a caminar.
Si la verdad de Dios fuera un producto para comercializar, Satanás lo vendería en un local del “San Andresito”. En esta quinta estación veremos el engaño que nos hace creer que la vida cristiana consiste en obtener las «bendiciones de Dios» y no su verdad. Caminemos
Fidel Castro, la princesa Maria Antonieta y Jesús nos reciben en nuestra cuarta estación. Aquí miraremos al hambriento sumido en su total carencia, no de pan sino de alternativas. ¿Sucederá igual con el hambriento espiritual? Sigamos transitando La Senda Criolla.
Nuestra tercera parada será la cárcel La Picota. Descubriremos la “Criminología cristiana”. Veremos por qué estamos unidos tan estrechamente con las personas que están detrás de los barrotes, o incluso, si compartimos su cautiverio. Seguimos caminando.
Salimos de El Edén y llegamos a la Plaza de Bolívar. Hemos recorrido mucha distancia para arribar a nuestra segunda parada. En la plaza nuestra mirada se posa sobre algo escrito en la parte superior de un edificio: “las leyes nos darán la libertad”. ¿Cómo le ha ido a Colombia al creer esto? ¿Y cómo nos puede ir a nosotros? Caminemos!
Nuestra primera estación será El Edén. Acaso dónde más podríamos iniciar. Hemos llegado al lugar donde se invirtieron las cosas. Nos preguntaremos en qué momento empezamos a definir al creyente a partir no de lo que hace, sino de lo “que no hace”. En qué momento la regla general de libertad y la excepción de restricción se invirtieron. Y en especial, en qué momento eso nos empezó a gustar. Iniciamos nuestro recorrido.
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