Hay caminos que de ellos sólo se sabe que debemos recorrerlos. Dios nos invita a preguntar por la “senda antigua” y andar en ella para encontrar descanso para el alma. Pues bien, eso es lo que vamos a hacer. Vamos a recorrer ese camino con las particularidades que toma cuando atraviesa Latinoamérica…sí, vamos a recorrer La Senda Criolla!

La palabra de Dios es la misma siempre. Fue tan cierta para el pueblo de Israel que vivía en medio de un desierto, como lo es para nosotros que vivimos rodeados de tres cordilleras;  fue tan efectiva para ellos que cuando estaban contentos tocaban panderetas, como lo es para nosotros que festejamos con un timbal, maracas o un acordeón; y fue tan útil para quienes vivían bajo el mando de un rey o de un imperio, como lo es para el Latino que ha tenido presidentes, caudillos o dictadores.

Acompáñeme a transitar el camino ya transitado, sólo que ahora no se escucharán címbalos sino salsa, tango o  vallenato. Al recorrerlo tal vez no encontremos un sicómoro, pero sí un árbol de papaya, guanábana o lulo. Cuando queramos comer vamos a compartir el pan, pero también la arepa. Ya no es el camino, sino nuestro camino.

¿A dónde nos llevará La Senda Criolla? Cada día tiene su afán. La estación en que nos encontremos será explicable con aquella que venimos, y explicará aquella a la cual nos dirigimos. Hay un camino y tenemos el boleto, por ahora resta viajar.

Gracias por querer caminar y como el primer paso es el más difícil: empecemos.