QUE COMAN PASTELES Y DEJEN DE PECAR
Usted, amigo lector, pensará que Fidel Castro, la princesa María Antonieta y Jesús, no tienen nada en común. Y tiene razón. Pero mirar conjuntamente sus historias nos permite evidenciar que como cristianos, en vez de generar las condiciones para una elección responsable del bien, en ocasiones ofrecemos con ingenuidad el “dejar de pecar” como alternativa a la maldad.
Una monarquía encerrada en un palacio y ciega a la carencia -no de pan- sino de alternativas, fue parte del caldo de cultivo que gestó la revolución francesa. Se decía que la princesa María Antonieta intrigada por las protestas del pueblo que se agolpaba frente a su castillo, preguntó a sus damas de compañía los motivos de la revuelta, y al decirle éstas que la causa era que el pueblo no tenía pan para comer, respondió: “pues que coman pasteles”.
Y así como esta ceguera a la ausencia de alternativa hizo que tiempo después el cuerpo de esta princesa terminara separado de su cabeza, así termina siendo guillotinado el cristianismo (Colosenses 1:18: NTV) cuando la iglesia está, por una parte, condenando a quienes eligen el mal, mientras que, por otra, Jesús está sanando al pecador y sirviéndole.
"El cristianismo es sencillo, pero no fácil. Ahonda en las profundidades cavernosas del corazón humano y renuncia a esa exaltación de la razón que hace creer que la conducta del hombre es únicamente determinada por los dictados de su voluntad. "
El cristianismo es sencillo, pero no fácil. Ahonda en las profundidades cavernosas del corazón humano y renuncia a esa exaltación de la razón que hace creer que la conducta del hombre es únicamente determinada por los dictados de su voluntad. Jesús sabía que una persona podía elegir el mal cuando era la única opción conocida, y por eso en su ministerio criminológico (Ir a Estación Nº 3: “De La Plaza De Bolívar A La Picota: Criminología cristiana”) ofreció su gracia incondicional al pecador. Sólo una vez que se aseguró que tuvieran pan, les presentó los pasteles.
Guillotinados como podemos llegar a estar, los cristianos, al igual que la princesa, miramos nuestra mesa llena de los pasteles de las bendiciones de Dios y no nos explicamos cómo algunos tienen hambre. Somos ciegos a que los pecadores no son más que hambrientos en busca de pan, y nos olvidamos que, en algún momento, también nosotros elegimos mal cuando tuvimos carencia.
Todo cristiano fue y es pecador. Y al igual que Fidel Castro en Cuba, a través de la gracia Dios efectuó una nivelación por lo bajo. Si todos fuimos salvados por gracia, entonces nadie se puede jactar (Efesios 2:8-9 NTV) de que gozaba de ciertas condiciones o virtudes, que le permitieron finalmente haber recibido a Jesús en su vida.
"me gusta más el “cristiano empírico”. Aquél que se esfuerza en la práctica de construir una relación con Dios. Tiene claro que su objetivo no es llegar a ser el hijo de Dios que ya es, sino ser el hombre con carácter semejante a Cristo que aún no es. "
Siempre me ha llamado la atención la frase “cristiano de cuna”. Me he imaginado la escena: Unos padres emocionados reunidos alrededor de su bebé, quien por meses ha estado dando balbuceos pero, ahora, todo indica que se presta a pronunciar su primera palabra. Los ojos de los padres destellan expectantes y miran a su bebé con la incertidumbre de si pasará de decir “agú”, a decir mamá o papá. Pero no. Ni lo uno ni lo otro. El bebé se soltó diciendo “acepto a Jesús como mi Señor y Salvador”, y todos quedan felices por este cristianismo precoz de su pequeño.
En cambio, me gusta más el “cristiano empírico”. Aquél que se esfuerza en la práctica de construir una relación con Dios. Tiene claro que su objetivo no es llegar a ser el hijo de Dios que ya es, sino ser el hombre con carácter semejante a Cristo que aún no es. Sabiendo que, gracias a la obra de aquél hermoso barbudo –y aclaro, no me refiero a Fidel-, no hay castas ni etiquetas de las cuales jactarse, mira a los otros sabiendo que cualquiera, si así lo decide, es un “potencial hermano”.
Aquí se impone un paréntesis. Colombia es un país polarizado y el cristianismo torpemente ha entrado en el juego. No se preocupe usted, amigo lector cristiano de izquierda –un momento. Paren todo. ¿Los hay? Sí. Por supuesto que los hay- de que por sostener que la Revolución Cubana niveló por lo bajo, los escritos de La Senda Criolla no son más que la producción de otro cristiano servil, obsequioso con el poder y defensor del statu quo (aunque, por favor, no lo descarte).
Y tampoco se preocupe usted, amigo lector cristiano de derecha, que al equiparar en este escrito la obra de Fidel Castro con la de Jesús, el autor de estas líneas sea afín a las causas populares y obreras (aunque, le ruego, tampoco lo descarte) y nos llevará a una próxima estación titulada: “De la Revolución Cubana y otras formas de dispensación de la gracia de Dios”. Eso no va a pasar. Cierro paréntesis.
"Nuestra labor no es separar, sino unir tal y como Jesús hizo. Cuando el hambre de ese “potencial hermano” se ha saciado al haber comido el pan de vida que es Jesús, sólo en este instante podemos ofrecer con sensatez el “dejar de pecar” como una alternativa a la maldad. "
Todo pecador tiene en su error el insumo necesario para obtener el perdón de Jesús, de ahí que los cristianos lo podamos mirar como un “potencial hermano”. Pero una muestra de falta absoluta de empatía es el dique que interponemos al usar palabras como “filisteo”, “mundano”, y tantos otros vocablos que hacen ver a ese pecador como algo ajeno y distante, cuando, en realidad, recibiendo él la misma gracia que recibimos nosotros, está tan sólo a una oración de ser parte de nuestra familia.
Nuestra labor no es separar, sino unir tal y como Jesús hizo. No es reprochar a la persona que eligió el mal, sino generar todas las condiciones para que ella, en el futuro, una vez haya recibido sanidad, pueda efectuar una elección responsable. Cuando el hambre de ese “potencial hermano” se ha saciado al haber comido el pan de vida que es Jesús, sólo en este instante podemos ofrecer con sensatez el “dejar de pecar” como una alternativa a la maldad.
En la Biblia Dios muestra un elaborado catálogo de bendiciones y maldiciones, que no es más que las consecuencias de elegir vivir una vida entregada a él o no hacerlo. Dos alternativas que así presentadas simplifican la elección porque descarta los puntos medios. Pero no olvidemos que Satanás presenta una réplica de la verdad de Dios y ofrece una inexistente tercera alternativa: bendiciones que no provienen de Dios. “Lo mismo pero más barato” como diría un Exalcalde de Bogotá. (Ir a Estación Nº 5: “Lo mismo pero más barato”: La mentira de las bendiciones sin Dios)
Al igual que Jesús, miremos con amor a quien elige el mal. A quien, creyendo las mentiras de Satanás, confía en que va a recibir pasteles, pero termina en una situación donde, incluso, será privado de pan. Nunca olvidemos que Jesús nos escogió, nos levantó y nos comisionó, precisamente para servir a quienes atraviesan hambruna espiritual, la cual, bien mirada, no es distinta de aquélla en la que nos encontrábamos cuando fuimos alcanzados por la gracia.